Es de conocimiento común que uno de los componentes más importantes de una buena organización, familia y relación es la comunicación. Sí no se sabe que espera la otra persona de mí, nunca se le va a poder satisfacer.
Pero mucho más importante que conocer lo qué esperan las personas de mí, es entender bien lo qué espera Dios de mi vida. Podríamos pasar el resto de nuestras vidas intentando complacer a Dios y él para cada uno de nuestros esfuerzos apuntar el dedo hacia bajo.
El libro de Miqueas nos indica exactamente lo que Dios espera de nosotros. 6:8 ¨Ya se te ha dicho lo que espera de ti el Señor: 1. Practicar la justicia, 2. Amar la miseriordia y 3. Caminar humildemente con Dios. Para entender el contexto en el cuál se comunicó lo qué espera Dios de sus Hijos es necesario saber que los Israelitas en aquel momento estaban haciendo un montón de cosas buenas: el templo estaba bien cuidado, los sacrificios de ofrecían y todas las leyes se cumplían. Pero Dios les decía que eso no era lo que él esperaba. Dios más que buenas acciones lo que esperaba era una relación con ellos. Dios anhelaba y anhela que su pueblo camine con él. Los hijos de Dios tendemos a cambiar la prioridad número 1 por la prioridad número 2. Dios prefiere que lo amemos, que pasemos tiempo con él y tengamos su corazón, que nos pongamos hacer cosas buenas.
Ya no tenemos que imaginarnos o adivinar que quiere Dios de nosotros, él quiere que lo que esta torcido lo arreglemos, quiere que extendamos a los demás amor en vez de juicio y que nuestro corazón sea humilde necesitandolo a él. Ahora que sabes que se espera: ¿Qué vas a hacer?
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