En la serie recién terminada el fin de semana sobre las relaciones, hablamos de que las relaciones humanas saludables deben ser fundadas sobre un triángulo. Este triángulo lo enseña la Biblia compuesto por 3 aristas: 1. Amar a Dios con todo, 2. Amar al prójimo y 3. Amarme a mí mismo.
Amarse a sí mismo suena egoísta pero no se trata de ponerse antes que Dios u otras personas, la esencia de amarse a sí mismo esta en cuidar nuestro corazón porque al no hacerlo, fácilmente ingresamos al ciclo llamado "danza del miedo". Esto se ve día a día en el patrón de un padre de familia al tener un mal día de trabajo y desquitarse con su esposa. La esposa después explota con sus hijos y sus hijos frustrados explotan contra sus mascotas. Todo esto es una danza de miedo causada por un evento que no lleno mis expectativas y toca una herida que me hace reaccionar. Usted pregunta a la madre de su enojo y ella inmediatamente dirá que es culpa de su esposo. La frustración nos hace señalar a otros y no trabajar en nuestro propio corazón.
El centro de este tema es entender que mi interpretación de los problemas o estrés siempre va a estar afectada por lo que hay en mi corazón. Sí en mi corazón he guardado enojo y exigencia eso será el filtro en cada una de mis actividades. Muchos acontecimientos de nuestras vidas son "neutros", esto significa que según mi visión del asunto pueden tornarse problema o simplemente algo para resolver. El filtro es mi corazón, hemos dicho que tus críticas a otros o manera de juzgarlos dice más de ti que de ellos.
La mejor pregunta qué te puedes hacer para mejorar tus relaciones es: ¿Cuál es mi temor? Eso es lo que hay que entregar a Dios. Salmo 34:4-10 "Busqué al Señor y él me respondió, me libró de todos mis temores. Radiantes son los que a él acuden, jamás su rostro se cubre de verguenza...". Piénselo bien, un temor no identificado es un temor que no puedo entregar a Dios y yo no puedo trabajar. Puede ser algo que te pasó desde niño y por eso mismo te frustras tanto cada vez que aparece en los que te rodean.
Dios quiere enseñarnos que el debilitamiento en nuestras relaciones no es por otros sino por mis propios miedos. En la Biblia se usa la frase "no tengás miedo" 365 veces y esa repetición quiere guiarnos a temer sólo a Dios. Sí tememos a Dios solamente, nuestras reacciones se van hacer más livianas ya que no nos preocupan tanto otros sino lo que piense Dios. 1Pedro 3:14-15
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